martes, 27 de octubre de 2009

LAS PUERTAS


LAS PUERTAS

Las puertas y sus bisagras se amontonaron
las unas sobre las otras,
y los golpes al caer fueron secos,
como patadas en tu nuca.

Ellas, las puertas, fueron arrancadas de sus marcos
mientras los tornillos fueron arrancados
como clavos de punta gruesa
rompiendo la madera.

Amontonadas diez, veinte, treinta
puertas con el peso individual que sumaba al colectivo.

Solo se podía abrir la última en caer.

Entonces llegó la gasolina,
la cerilla, y mi mano.