miércoles, 21 de mayo de 2008

La cimbrela atronadora

La cimbrela atronadora

Retruecan los huesos como cascabeles desgastados
de tanto trotar para hacer el polvo y el sonido.
Retruecan las pestañas para que cambie la cosa
de los cascabeles,
y las montañas vienen y van a capricho de las placas
tectónicas, las de policías
y las de radiografías de huesos.

La infección de la arena acabará con todo
cuando se tenga que volver a pisar;
y pisar el suelo sea deslizarse por la espuma
de la sidra que se arroja para escanciarse.

Retrueca el líquido, el gas y el solido,
y las niñas chillan para que llegue de una vez el otoño
y se mueran los humanos
y solo queden las niñas gritando
contra la sidra, los cascabeles y Tu Madre.

lunes, 5 de mayo de 2008

Volverán los barcos a la mar y los astilleros a astillar

Volverán los barcos a la mar y los astilleros a astillar

Cuando vuelvan quiero que me acerques al hierro de los ejes;
al maiz del almacén clandestino que tiñe de alimentación la droga que llevas en la cintura.
Cuando vuelvan me arrancaré por bulerías con
la botella contra el corcho
y la boca contra la copa
para volver a barnizar las palabras de sal gorda que me dan de lo tuyo.
El trabajo y la madera;
de una son fuertes como los Pirineos
y grandes como las sábanas que se usan para zarpar a la mar.
Las zarpas, las manos, las piernas y los aviones mueven cosas
y los buitres mueven carroña
y los elefantes elefantean en un carrousel de vientos
que alumbran las sábanas que se usan para zarpar a la mar.
Me amarro cuanto puedo para no soplar los centauros del desierto
que cultivan el polvo, la sal y las piedras
que darán con nosotros allá en la costa
donde acaba Bilbao, los puentes de hormigón armado
y el hierro verde.