miércoles, 16 de abril de 2008

Política


Llegó Hernán Cortés. Moctezuma lo esperaba flanqueado por dos siervos que cerraron el paso a Cortés cuando éste se disponía a abrazarle. En ese momento, Moctezuma sacó de una bolsa un cráneo rebozado de piedras preciosas como obsequio a los recién llegados y discursó unas palabras de bienvenida. Hernan Cortés las tradujo para el emperador Carlos I (V de Alemania). Se las inventó el muy hijodeputa. En su traducción (invención) Cortés incidía en que Moctezuma accedía a ser vasallo de Carlos I, "emperador de las tierras donde nace el sol", según el texto del conquistador extremeño. Dijera lo que dijera Moctezuma, le falló la traducción simultanea al castellano.
Digas lo que digas, a veces lo que importa son las orejas y no las lenguas. La ponencia no sirve si la audiencia se pasa las palabras por las palmas de los pies. PLAS, PLAS.
Moctezuma quería otra cosa diferente a la aniquilación, el exterminio o el holocausto. Pero quedó la mentira interesada, la interpretación interpretada o las orejas orejadas.

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